CLÁSICOS ILUSTRADOS JUNIOR Nº 018
EL GANSO DE ORO
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El ganso de Oro (alemán, Die goldene Gans) es un cuento
de hadas escrito por los hermanos Grimm El héroe de esta historia es el más
joven de tres hermanos quienes le dan el apodo de Tontín. Su hermano mayor es
enviado al bosque a recolectar madera, junto con un delicoso pastel y una
botella de vino. Este hermano, después de haberse topado con un anciano
hambriento en el camino y negarle un pedazo de comida, sufre un accidente y por
ello es llevado a casa. El segundo hermano quien también es enviado a la misma
tarea, goza del mismo destino. Sin nadie más a quien enviar, a Tontín le es
encargada la tarea enviándolo al bosque tan sólo con un pan viejo y cerveza
agria. Durante el recorrido, Tontín se encuentra con el mismo anciano que
allanó a sus hermanos previamente; sin embargo, Tontín es generoso con él y
comparte su comida aunque esta esté en mal estado, con la sorpresa de que al
sacarla del saco, esta ya no era la de antes; el pan se había convertido en una
deliciosa porción de pastel y la cerveza agria era ahora una gran botella de
vino. A cambio de tal generosidad, el anciano obsequia a Tontín con un ganso de
oro el cual es encontrado bajo las viejas raíces de un gran arbol que yacía en
el bosque. Con el ganso bajo su brazo,
Tontín se va a un hostal, donde la hija del ama de llaves divisa al ganso de
oro e intenta robar una de las plumas de este y se queda pegada a ella. Su
hermana, quien llega a ayudarla, también se queda pegada. Entonces, la más
joven de las muchachas decidida a no ser excluida del intento de sus hermanas
de robar el ganso, acude allí y también se queda pegada. Tontín intenta ir a
buscar ayuda al castillo, haciendo una fila de personas quienes se quedan
pegadas a las primeras con solo tocarlas, entre ellas están: el sacerdote y su
ayudante y dos campesinos que laboraban en las praderas. En el castillo vive el
rey con la princesa quien a causa de una terrible enfermedad no podía reír.
Pero la triste princesa, al sentarse en la ventana y divisar los graciosos inentos
de Tontín por tratar de mantener la fila en pie para poder llegar al castillo,
comienza a reír desenfrenadamente. Algunas otras versiones, incluyen finales
diferentes, como que gracias a la ayuda de sus amigos, Tontín gana el corazón
de la princesa quien se desposa con él y ambos viven felices por siempre.
CLÁSICOS ILUSTRADOS JUNIOR Nº 019
EL LEÑADOR
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Paul Bunyan es un leñador legendario gigantesco que
aparece en algunos relatos tradicionales del folclore estadounidense. Fue
creado por el periodista estadounidense James MacGillivray. Está ligado a los
estados de Míchigan, Wisconsin y Minnesota, donde goza de gran popularidad. Los
hermanos Coen le dedican un homenaje en 1996 haciendo que aparezca en diversas
ocasiones en la película Fargo.Ha sido mencionado en varios programas de
televisión incluyendo "Los Simpsons" y "Phineas y Ferb".
Fue protagonista del capítulo "El Leñador Gigante"("Legend Paul
Bunyan") de la serie animada "Festival de Clásicos Familiares"
de Rankin/Bass Productions en 1972, así como de un cortometraje animado llamado
"Paul Bunyan" producido en 1958 por Disney.James MacGillivray, un
reportero itinerante, publicó el primer artículo sobre el personaje en 1906. Al
parecer, recogió historias tradicionales entre los leñadores y las adornó con
su propio ingenio. La leyenda comenzó a extenderse con la publicación, el 24 de
julio de 1910, de The Round River Drive, que incluía lo siguiente, sobre un
concurso patrocinado por Bunyan en el que Dutch Dake (otro leñador fabuloso y
forzudo) y el narrador competían por ver quién derribaba el mayor árbol del
bosque.En los primeros tiempos caminaban por estas tierras medioccidentales dos
famosas criaturas de enorme tamaño. La primera, un gigante leñador,
portaba una camisa de cuadros rojizos de formidables proporciones y cargaba un
hacha de igual magnitud. Su barba era tan tupida como un bosque y sus pies tan
grandes como buques. Al nacer fue tan imponente que se necesitaron entre cinco
y diecisiete cigüeñas para transportarlo (sus biógrafos no se ponen de acuerdo
en el número); además en apenas una semana ya usaba la ropa de su padre y
durante su niñez se comía cuarenta tazones de avena sólo para calmar su
apetito. La segunda criatura, un inmenso buey con pelaje azulado, acompañaba al
extraordinario leñador en sus aventuras. Las proezas de este animal no
empequeñecían ante las de su compañero, pues, por ejemplo, cada vez que
necesitaba herraduras era indispensable abrir una nueva mina para proveer la
cantidad necesaria de hierro. Entre las múltiples hazañas de este par están
haber creado, entre otras cosas, los diez mil lagos de Minnesota a partir de
sus huellas, el Gran Cañón arrastrando un hacha colosal, el lago Michigan sólo
para saciar la sed del buey azul y la neblina de la costa oeste con el humo de
la pipa del leñador. Este gigante llamado Paul, tenía algunos amigos, entre
ellos siete leñadores quienes compartían el nombre Elmer, lo que facilitaba las
cosas si se deseaba llamarlos en conjunto. Paul y Babe -como se le conocía al
fiel acompañante azul- pasaron por grandes calamidades incluyendo años con dos
inviernos cuando el café se volvía hielo tan rápido que estaba caliente y
sólido al mismo tiempo y las palabras se congelaban en el aire, por cierto
cuando llegó la primavera un parloteo terrible se desencadenó por semanas. Si
bien nada se sabe del destino de este héroe, a él se le debe la existencia
misma de la región del medio oeste, pues sus heroicas incursiones le permitieron
a los primeros colonizadores sobrevivir, claro está, me refiero a los
colonizadores europeos.
Después de disfrutar de su época de gloria en el siglo XIX, Paul Bunyan, Babe y
sus historias han ido perdiendo popularidad en tiempos recientes, quizá por ser
políticamente incorrectos en muchas ocasiones, porque las camisas de cuadros
han pasado de moda o por las características multiculturales de los habitantes
actuales de la zona, a quienes los semidioses de origen nórdico les parecen tan
incomprensibles como las técnicas para talar un robledo. Dutch Dake y yo
habíamos escogido el árbol más grande que encontramos, y nos habíamos puesto a
cortar durante tres días con nuestra gran sierra, que tenía tres hojas, con más
de treinta pies de dientes. Nos iba estupendamente cuando, al cuarto día, llegó
la hora del almuerzo y decidimos ir a comer a la solana. Así que recogimos
nuestra manduca y rodeamos el árbol. No habíamos ido muy lejos cuando oímos un
ruido. Que me aspen si no eran Bill Carter y Sailor Jack serrando el mismo
árbol. Al principio parecía una lucha, pero acordamos que cada uno cortaría
desde su lado y nos encontraríamos al séptimo día. Ellos intentarían que el
árbol cayera hacia el norte y nosotros que cayera hacia el sur, y el maldito
árbol aguantó de pie un mes o más, serrado por completo, pero sin saber de qué
lado caer, hasta que llegó un vendaval y lo tiró. William B. Laughead publicó
después Introducing Mr. Paul Bunyan of Westwood, California (Les presento al
señor Paul Bunyan de Westwood, California), el primero de una serie de folletos
de la empresa Red River Lumber Company que usaban a Bunyan como reclamo
publicitario. Algunas de las historias recogidas en los folletos se basaban en
historias que Laughead recordaba haber oído diez años antes en un campamento de
leñadores de Minnesota. Otras se basaban en sus propias experiencias, convenientemente
exageradas. Básicamente, Paul Bunyan aparecía como un hombretón fuerte e
intrépido que no temía a nada, acompañado por su querida mascota Babe, el buey
azul. A través de sus folletos publicitarios Laughead creó gran parte del
"canon" de Bunyan, incluyendo el buey azul y el personaje de Johnny
Inkslinger.
CLÁSICOS ILUSTRADOS JUNIOR Nº 020
ALMENDRITA
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Érase una mujer que anhelaba tener un niño, pero no sabía dónde irlo a buscar. Al fin se decidió a acudir a una vieja bruja y le dijo: -
Me gustaría mucho tener un niño; dime cómo lo he de hacer. - Sí, será muy fácil -respondió la bruja-. Ahí tienes un grano de cebada; no es como la que crece en el campo del labriego, ni la que comen los pollos. Plántalo en una maceta y verás maravillas. - Muchas gracias -dijo la mujer; dio doce sueldos a la vieja y se volvió a casa; sembró el grano de cebada, y brotó enseguida una flor grande y espléndida, parecida a un tulipán, sólo que tenía los pétalos apretadamente cerrados, cual si fuese todavía un capullo. - ¡Qué flor tan bonita! -exclamó la mujer, y besó aquellos pétalos rojos y amarillos; y en el mismo momento en que los tocaron sus labios, abrióse la flor con un chasquido.
Era en efecto, un tulipán, a juzgar por su aspecto, pero en el centro del cáliz, sentada sobre los verdes estambres, veíase una niña pequeñísima, linda y gentil, no más larga que un dedo pulgar; por eso la llamaron Pulgarcita. Le dio por cuna una preciosa cáscara de nuez, muy bien barnizada; azules hojuelas de violeta fueron su colchón, y un pétalo de rosa, el cubrecama. Allí dormía de noche, y de día jugaba sobre la mesa, en la cual la mujer había puesto un plato ceñido con una gran corona de flores, cuyos peciolos estaban sumergidos en agua; una hoja de tulipán flotaba a modo de barquilla, en la que Pulgarcita podía navegar de un borde al otro del plato, usando como remos dos blancas crines de caballo.
Era una maravilla. Y sabía cantar, además, con voz tan dulce y delicada como jamás se haya oído. Una noche, mientras la pequeñuela dormía en su camita, presentóse un sapo, que saltó por un cristal roto de la ventana. Era feo, gordote y viscoso; y vino a saltar sobre la mesa donde Pulgarcita dormía bajo su rojo pétalo de rosa. "¡Sería una bonita mujer para mi hijo!," dijose el sapo, y, cargando con la cáscara de nuez en que dormía la niña, saltó al jardín por el mismo cristal roto. Cruzaba el jardín un arroyo, ancho y de orillas pantanosas; un verdadero cenagal, y allí vivía el sapo con su hijo. ¡Uf!, ¡y qué feo y asqueroso era el bicho! ¡igual que su padre! "Croak, croak, brekkerekekex! ," fue todo lo que supo decir cuando vio a la niñita en la cáscara de nuez.